Sunday, April 23, 2006

TRÍO II, YO LA LLEVO...

Esta vez yo tomé la iniciativa. Care’ palo me metí a LaNación.cl- Mercado del Placer y estampé el siguiente aviso: “Mujer apasionada con pareja, desea tener una relación íntima tridimensional con mujer entre 20 y 30 años”.
Me pareció un tanto cursi esto de ”relación tridimensional” queriendo significar TRÍO. Así que rehice el anuncio y quedó igual pero en vez de las tres dimensiones dice simplemente TRÍO. Y me senté a esperar. No llegó un mensaje: llegaron 129 en 10 días.
Tantas que decidí borrarme drásticamente del portal cochino.
Con mi amor empezamos a seleccionar y desechar entre las 129:
- por mala ortografía.
- por poca imaginación en las respuestas.
- por demasiado osadas.
- por ser notoriamente escritas por hombres.
- por locas.
- por nuestra intuición masculina como femenina.







Fue así como llegamos a 52 favoritas. De ahí siguió la comunicación vía mail pidiéndole fotos. Fotos actuales. Ese colador nos hizo disminuir la oferta a 12 bombones que a los dos nos fascinaron. Qué hacer ahora con 12 hembras con ansias de conocernos, de gozarnos, de deleitarnos. Es decir, 12 = 1 por mes. No está mal. Llevándolo a términos numéricos – mi pololo es experto en eso – se trataba de lo siguiente:
1.- Invitación para conocernos...............$ 28.500.-
2.- Motel para tres..........................$ 39.500.-
3.- Otras invitaciones.......................$ 57.000
3.- Estacionamientos y otros.................$ 16.000.-
_________
SUB TOTAL MENSUAL............................$ 141.000.-

$54.000 por 12 (una al mes)=.................$ 1.692.000.-
-Chucha- Exclamó Ramiro. Pero eran demasido ricas, opinábamos los 2.
Así que se fue a su Banco y habló con su ejecutiva.
Le contó la firme. – Necesito un “palo y seis” para satisfacer los deseos eróticos de mi polola y yo por todo el 2.005. La ejecutiva creyendo que la embromaba le siguió la corriente, mientras pensaba: “Don Ramiro, siempre tan bromista, pero tan buen cliente”...Y sin más te pasó el “palo y seis”.
Teníamos las minas y teníamos la plata. A proceder se ha dicho. Fuimos sinceros con cada una de ellas: la cuestión duraría un mes, sólo un mes.
La complicación vino cuando Ximena, Lucía, Emilia y Rosalba se enamoraron de mi y yo de ellas resistiéndonos a separarnos. Ramiro sólo se interesaba en tirar y no ponía en jaque su corazón, mi amorcito. Para terminar el año y acabar con los romances estériles tuvimos que implementar una solución absolutamente pragmática. Arrendamos una casa e hicimos una partuza con todos mis amores y Ramiro.
Para la ocasión él se vistió de jeque saudí, tomó harto Viagra y finalmente se portó como un rey. Yo por mi parte, además de subirle los bonos a mi jeque, me desenamoré de todas tan fácilmente como me había enamorado. Una cosa es de a tres y otra es más en plural. Me molestaron ciertas actitudes de algunas, ciertos celos de otras, ciertos rictus de unas, en fin, todo lo que sucede cuando estamos en multitud y quieres llamar la atención.
Además mi personal trainer había retornado de su post-grado anual en Michigan y me esperaba ansiosa, contándome que las gringas son re-fomes en la cama.

Sunday, April 16, 2006

COCHINÁ CINCO: A BUEY VIEJO...









Esto de ser profesor en una universidad privada tiene sus beneficios. Buen sueldo, poco control sobre tus actos, buena previsión, pero por sobre todas las cosas, una pléyade de hermosas lolitas, exquisitas casi todas ellas sin excepción. Exquisitas con esa exquisitez que tienen esas mujeres entre 18 y 23 años que las hace insoportables. Que proyectan o que exhudan en sus cuerpos potentes y bien cuidados aunque el ropaje de invierno sea sobredimensionado. Para qué decir en primavera-verano-otoño, con lo que cierro el círculo de que en toda estación son una provocación constante y andante.
En particular yo tenía 2 lolas alumnas mías que se las arreglaban para acercarse a mi más de la cuenta, entendiendo con más de la cuenta, pedirme que las llevara en auto a cualquier lugar, cuando andaban a pata, como quedarse al final de clases a preguntarme temas afines y no afines con la materia, como venir a comentar algún tema de la farándula santiaguina o de fútbol sabiéndome hincha de la U, y así.
Pues bien y siendo calculador y porque era más maravillosa, decidí jugar el juego de la seducción con María Paula. 22 años, rubia preciosa de ojos celestes, los más celestes que te imaginas, cuerpo escultural, piernas perfectas. De esas mujeres que no puedes caminar con ella por cualquier calle de la ciudad. De ninguna ciudad. Cuando ya los encuentros los tornabamos predecibles, cuando el tocarnos casi sin querer era algo desgarrante, cuando vernos no más aceleraba nuestros cuerpos enteros, me la jugué con una de mis típicas frases: “María Paula, todavía estamos a punto de detenernos, tú sabes qué puede pasar entre nosotros, tú eres muy niña para mi, no quiero que hagamos nada de lo que podamos arrepentirnos!!”...a lo que ella, llevando la batuta y sin pre-ámbulos, replicó: - Profe: nunca me arrepiento de lo que hago- y con eso me cagó.
A mis 52 creí tener experiencia erótica suficiente. María Pilar me demostró lo contrario. A su edad –y a pesar de llegar virgen a la relación – con el tiempo sólo me enseñó. Aprendí a vivir lo que podríamos llamar una constante erotización de nuestras vidas, todos los días.
Nada te era vedado, nada no practicable, nada que se me ocurriera, que se te ocurriera dejamos de realizarlo, como un constante desafío lúdico, en privado y en público.
A la distancia debo rendirte homenaje porque contigo, por vez primera depilé un bello pubis con gillete y crema de afeitar, con todo el terror de herirte. Contigo, por primera vez que no fuera clínica, me afeitaron mi pubis tan maravillosamente como me lo afeistaste tú y yo en tus manos entregado a mi suerte. Contigo y sólo contigo, me restregué entonces pubisconpubis tan dulce y certeramente para sentir así la piel contralapiel, pulidita, suavecita, olorosita, acabando jugosamente. Contigo los 69 fueron así tan esplendorosos y didácticos, mirando nuestras verdades sin tapujos absolutamente de frente. Viví intensamente contigo, la picazón grotesca de los días en que los vellos crecían vertiginosamente tanto en ti como en mi compitiendo por ver quién volvería a ser “normal” primero, rascándonos ante nuestros amigos riéndonos para adentro.
Contigo, María Paula, comprendí que es cierto que las mujeres no se conforman con un solo orgasmo.
Cuántas veces después de hacerme el amor como lo hacías, (tú qué bien me H-A-C-Í-A-S E-L A-M-O-R!!) me gratificabas desfilándome en ropa interior que llevabas para la ocasión, poniendo los CD que también preparabas para la ocasión haciendo de ese desfile, los mejores desfiles en que te podía observar por fin desde la distancia, siendo tú, una manequin famosa desfilando para un Giordano cualquiera.
De repente variabas la actuación y te disfrazabas con mi ropa, saliendo del walking closet como un mino cualquiera, con bigotes o con barba y te abalanzabas sobre mi queriendo hacerme el amor de la manera gay y yo te aguantaba el juego sólo hasta el momento en que te sobrepasabas y te ponía en tu lugar recuperando los roles y penetrándote yo a ti de esa misma manera.
Qué decir cuando salíamos a fiestas de la universidad o a algunas fiestas mías . Siempre te transformabas, sin un mísero trago, en la reina del lugar, con ese cuerpo que dios te ha dado y esa manera desenfrenada de bailar que tienes. Todas esas mismas fiestas sin calzón y por cierto sin sostén, que fue una costumbre que se arraigó en ti, incluso en invierno.
De vuelta a la mesa, caliente por mi y los demás que te codiciaban, no tardaba nada en meterte la mano entre las piernas sin preocuparnos de los demás. A veces, para variar y haciéndonos los enojados, te sentabas al frente, justo al frente mío a tiro de mi pierna y su dedo gordo. Hasta el próximo baile.
En qué lugar no lo hicimos, dime tú?. Mi oficina con la puerta abierta y mi secretaria miró pa otro lado, el baño de mujeres de ese pub en Vitacura cuando entró la Bernardita y se hizo la lesa, la biblioteca de la Universidad cuando la bella bibliotecaria cerraba las puertas para dejarnos encerrados sin darse cuenta, mi auto en la puerta de tu casa cuando tu nana venía llegando. Así desafiantes con la pasión y el fuego.
Fue contigo, pendeja de mierda, que más reuniones postergué, en más fiestas no participé, más amigos deseché, más parientes enojé, más mentiras eché. Sé que por tu lado igual cosa sucedió, pero tú sólo tienes 22.
Esa relación-tónico para mi ego, mi eros y mi autoestima, duró lo que tuvo que durar. El tiempo que media en descubrir que querías más de mi y que yo no obtendría más de ti. Duró el aroma de un perfume bueno, muy usado. Duró hasta que las palabras sacaron a las palabras y quisiste compromisos no bastándote la informalidad. Duró entonces lo que la realidad demandó a la virtualidad. Es que buey viejo y solo, aparte de querer pasto tierno, no quiere compromisos con nombre y apellido.
Pasó un bendito-tortuoso tiempo y te vi hace unos días en el Paseo Ahumada, no sé si más linda que antes. Sí más serena. Más vestida. Te acompañaba un mocetón treintón orgulloso de la mano y de la mano tuya un bebito precioso que bien podría ser mi nieto.
Desenfadado te detuve sobreactuado aunque sin celos: - María Paula, querida alumna, qué gran gusto verte...qué es de vuestra vida.? - Veo que crece la familia.
Sonreíste abrazándome, me presentaste a tu marido, departimos unos minutos, tu guagua molestaba, tu marido para calmarlo en un instante se alejó con vuestro hijo a una vitrina luminosa y cara y aprovechaste la ocasión y sin titubear me dijiste: - Tengo el mismo celular de antes. Por favor llámame, nada más fome que este matrimonio.

Tuesday, April 04, 2006

COCHINÁ CUATRO: TRÍO AL FIN






12/ENE/2.004
Desde siempre Marcelo – como todos mis pololos – me ha planteado, sugerido, rogado que hagamos un trío. Conversándolo con mis amigas, todas me ratifican esa ensoñación fija de nuestros machos. Una encuesta seria reporta esa fijación masculina en el 98 %. Lo sigue de cerca con un 73% el sexo anal, pero con su propia mujer, que es la otra gran fijación. Nótese que ambas fijaciones son vistas particularmente desde el prisma masculino en desmedro de nosotras.
La cuestión es que Marcelo al 2° mes de pololeo formalizó la oferta, ronroneando desde el rico pisco-sour que preparaba minuciosamente, sacando cualquier basurita o pepita de limón de Pica y con el toque de amargo, cuando mis niños dormían y nos aprontábamos a conversar de relajado sexo antes de tener relajado sexo.
- Mi amor: tengo una fantasía que me encantaría concretar contigo – Dirías, meloso, abriendo la ruta a una conversa que yo sabía iba a posesionarse en nosotros.
- Me encantaría hacer un trío contigo y alguna amiga tuya de confianza.(Lanzó la palabra “amiga” fríamente como para que yo no le atribuyese nombre ni apellido)
- Me gustaría hacer un juego erótico maduro, entretenido, con altura de miras. Que no ponga en duda nuestros sentimientos ni hipoteque nuestra relación adulta.
Al comienzo tu propuesta me cayó como patá en la guata. Sólo imaginarte penetrando a otra mujer delante mío me parecía asqueroso y detestable. Ahora, imaginarme siendo besada y toqueteada por otra mujer, más asqueroso y detestable aún.
Iba a plantearte que por qué no con dos hombres y yo, pero descubrí que esa pregunta abría la posibilidad de legislar al respecto, cuestión que consideraba inviable.

12/ENE/2.005
Después de insistir machaconamente sobre el tema durante 365 días seguidos, me abrí a la posibilidad de un trío como él quería.
Siendo bien franca, esta apertura mía se debió particularmente a una situación que vino incubándose el año recién pasado. Debido a sus continuas quejas respecto a kilitos de más, comencé a frecuentar un gym cerca de casa. Se dieron las cosas de que la profe de aeróbica resultó ser una antigua compañera de colegio, dos cursos más arriba que yo, la Roxana.
Imperceptiblemente, semana a semana, ejercicio a ejercicio, grasa quemada a grasa quemada, empezó a surgir una rica y confidente amistad con Roxana. Confesiones más confesiones menos, nos transformamos en íntimas. Roxana venía de terminar una relación larga y poco novedosa y se sentía desencantada de los hombres.
No sé cómo pero sí cuándo y dónde, un día martes tipo 21:00 hrs. en la desierta ducha de nuestro gym me comenzaste- sin permiso – a jabonar mi desnuda espalda con tu jabón de glicerina ultra liviano y humectante. Intenté sin mucha convicción, rechazarte, pero no me pareció adulto. Tú aprovechaste esa debilidad y deslizaste el jabón por mis pechos y pezones para pasar a mi entrepiernas. Yo tiritaba, entre angustiada, sorprendida, aterrada, emocionada y muy excitada, lo reconozco.
La limpieza-caricia-enjuague duró breves minutos que quería se prolongaran aunque dejándote toda la iniciativa.
Roxana lo hacía todo muy pulido, muy profesional, casi lejana, hasta que tomó la inefable chaya en su mano derecha a mucha presión pero no dolorosa, más caliente que fría, y comenzó a deslizarla entre mis piernas, como intuyendo mi mejor modo de masturbarme. La excitación fue entonces mutua y también me permití tomar la iniciativa, besándola por todo su fibroso cuerpo de trainer todo para mi. Fue una rica experiencia. Que repetimos martes a martes y cuando lo quisimos, que fue muchas veces en el año.

12/ENE/2.006

Al final del happy hours estábamos los tres sentados con todas las cartas sobre la mesa del Pub AZUL, de Plaza Ñuñoa.
Marcelo se había conseguido un departamento pequeño de un amigo en Los Leones, con vituallas, buena música, estacionamiento privado y conserje alcahuete.
Las reglas eran: YO LA REINA...TÚ EL REY ...Roxana la Princesa. Esto que parece tan nimio es el gran detalle de una relación de trío...común.
Eran las 23:50 cuando llegamos con los pícaros grados de alcohol necesarios en los cuerpos. Marcelo alucinó con Roxana, me di cuenta y esto entre que me molestó y me excitó.
Mientras preparábamos algo en la cocina me besaste como nunca lo habías hecho, caliente a cagarse y se notaba. Tus ojos reflejaban la ansiedad, la emoción y la incredulidad. Al fin se cumpliría tu anhelo.
Estabas sentado en el amplio sofá entre nosotras dos. Estaba estudiado entre nosotros que había que tratar con mesura a Roxana, con íntima delicadeza, no vaya a ser que se urgiera y saliera disparada. Introducirla de a poquito en el juego sin presiones.
Empezaste a besarme nuevamente apasionadamente y a acariciarme con tu mano izquierda los pechos a través de mi blusa sin sostén. Por el rabillo del ojo descubrí que con tu mano derecha acariciabas los preciosos muslos de Roxana que quitaba débilmente tu mano para luego permitirlo. Seguimos besándonos, un buen beso abre todas las puertas, esta vez yo me aproximé a Roxana y le besé los pechos a través de su blusa ella con sostén. Se notaban su pezones bien erectos. Ella me devolvió las caricias entre las piernas. Él me besaba la nuca, las orejas, el cuello. Intentaba sacarme la blusa. En un instante Marcelo se detuvo para apreciar el terreno, el campo de batalla. Quedó de una pieza. Yo tomaba la iniciativa desnudando a Roxana, Roxana desnudándome precipitadamente a mi. Marcelo para no quedar atrás se empelotó vertiginosamente perdiendo el encanto de que nosotras lo hubiésemos desvestido. Nosotras recuperamos la calma. Semi desnuda, tú más vestida, agarré a Marcelo de un ala y lo incorporé violentamente a la cofradía. – Has lo que quieras conmigo, amor – Al fin estamos los tres, haznos el amor!!!.
De sorprendido a machito-chileno, Marcelo sacó fuerzas de no sé dónde, se mesuró, y con tranquilidad cooperó en el lento y dramático proceso de desnudar a Roxana, de pies a cabeza. Yo de la cintura hacia arriba, lamiéndole, Marcelo, de la cintura hacia abajo, lamiéndole. Nunca te había visto tan excitada. Tu cuerpo se retorcía y devolvías nuestras caricias a diestra y siniestra. Sin preferencias. Así fue que te tuvimos piluchita. Exquisita como te conocía del gym, más quizá porque querías sentar supremacía. Nada más estremecedor que dos mujeres sentando supremacía entre ellas sin que el tercero lo supiera.
Y se produjo algo muy mágico y muy generoso de tu parte. Terminaste de desnudar a Marcelo, haciéndome una ofrenda inicial: el primer sexo sería entre Uds. dos.(eso no lo habíamos convenido, perra caliente!). Yo sabía, conociéndolos a los dos, lo que pasaría, que fue lo que pasó. Marcelo se fue cortado rápidamente y tú con tus inconmensurables ganas.
La cosa es que satisfecho él, insatisfecha tú, tomaste nuevamente el pandero y te lanzaste en mi persecución. En rigor los dos corrían tras mi que juguetona me hacía de rogar tras la mesa de comedor derribando algunas sillas para escapar hacia el único dormitorio-cama-ancha. Allí Roxana me tomó –me dejé tomar- por el cuello y me besó descaradamente. Yo devolví sus caricias. Marcelo extenuado estaba estupefacto. Allí había más que una calentura ocasional. Mientras Roxana me besaba Marcelo tenía una nueva erección, restregándose penetrante por detrás de ella. Yo sabía que por detrás nunca te gustaba, sin embargo esta vez a pesar de los rezongos,y los grititos finalmente Marcelo te penetró mientras dejabas de besarme para mirarme incrédula dándome una explicación con tus ojos llorosos de dolor y de pérdida de la virginidad, sin mi aunque al lado mío.